Un Ala Rota y un Segundo Aire

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Hola, soy Alejandra, tengo 35 años de edad, soy psicóloga, madre de tres (hermosos hijos) y esposa de un hombre (que es un maravilloso desafío). Estudié psicología como una forma de comprender la mente humana y su extraordinaria complejidad, cómo puede afectar tanto el resultado de las cosas en una forma positiva o negativa. He trabajado con gente con diferentes habilidades, algunos ciegos, otros sordos o en silla de ruedas que me han permitido re-aprender lo maravilloso que es el cuerpo humano y como al saber que algo no funciona lo compensa realzando otros sentidos. Con este conocimiento enfoqué mi trabajo en realzar las habilidades blandas de su día a día, ayudándoles a ver como gracias a su “discapacidad” habían desarrollado otras habilidades extraordinarias que les daban una ventaja (y no una desventaja) respecto a las personas con sus “5 sentidos” intactos. Al entender esto, ellos podían ir a entrevistas de trabajo sabiendo exactamente lo valiosos que son. Mi forma de enfrentar la vida, de ver a otros, de ser psicóloga y ser madre fueron fuertemente influenciados y enriquecidos por una poderosa experiencia que quiero compartir con ustedes.

No voy a intentar sermonear o decirles como vivir la vida, solo quiero compartir una parte de mi vida que espero se vea reflejada en su alma de una forma positiva.

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Alejandra con el personal de enfermería que la cuidó en el Hospital de Chillán, Chile.

Siempre he sido una persona intensa y apasionada: Me gusta correr, escalar árboles, hacer excursiones, admirar la naturaleza y sus seres vivos. Soy impaciente y me gustan los nuevos desafíos, pero siento la necesidad de aprender las cosas de inmediato, sino me frustro. Me gusta que todo funcione rápido, click… listo, leído… aprendido, pensado… realizado. Pero la vida tiene su propia forma de hacer las cosas y de un golpe me enseño mi lección mas valiosa.

Cuando tenía 18 años, mi novio de ése entonces me preguntó ¿Qué era lo peor que me podría pasar? a lo que respondí sin dudar: “quedar parapléjica”. No pasaron ni siquiera dos meses después de esa conversación, cuando él iba manejando, con mi hermana mayor y su novio en el asiento de atrás, cuando de repente chocamos de frente con otro coche… como copiloto yo me lleve la peor parte: un fémur roto, un húmero roto, una escápula fracturada, costillas rotas—que perforaron uno de mis pulmones—y lo peor, dos vértebras pulverizadas que dejaron mi médula espinal muy comprometida. Terror, entumecimiento y confusión, después una roja oscuridad. Parte de mi quería desvanecerse con el dolor, ¿seguir la luz tal vez?, otra parte de mi cerebro gritó ¡aguanta, no te duermas!. La lucha interna para salvar mi vida (tanto física como metafóricamente) empezó en ése momento y continuaría en el futuro previsible.

Mientras los doctores y enfermeras me preparaban para cirugía lo único que podía pensar era… ¡No! ¡No corten mis pantalones, son mis favoritos!. Cuando desperté 7 horas más tarde todavía no podía mover mis piernas, ni tampoco mi brazo izquierdo y no sentía nada desde la cintura hacia abajo. Solo habían dos preguntas en mi cabeza:

¿Podré volver a caminar?
¿Podré tener hijos en el futuro?

Las respuestas de los médicos me cayeron como una cubeta de agua fria, “Las probabilidades son bajas, tus lesiones fueron bastante severas”. Lo que no supe hasta más tarde fue que a mis padres les dijeron que las posibilidades eran nulas. El reporte del doctor lo llamaba semicuadraplejia, pero la parálisis no era sólo en mi brazo izquierdo y de la cintura hacia abajo, la sentí en mi corazón y en mis sueños, como si se hubieran detenido de golpe. Tal vez nunca has estado paralizado físicamente, quizá si, pero seguramente la mayoría de ustedes se han sentido paralizados desde dentro, cuando un momento en sus vidas cambió todo. ¿Cómo puedo continuar y seguir avanzando cuando algo tan importante para mí desaparece en un instante?

No podía hacer que el proceso de recuperación avanzara más rápido, porque era precisamente eso, un proceso. Todas las cosas que son importantes en la vida, como el amor, las relaciones y los logros reales, toman tiempo y ésta vez tomaría una determinación lenta, constante, consistente y resistente para lograrlas. Vivimos en un mundo donde todo sucede a la velocidad de un click, donde nos enseñan la gratificación inmediata, y eso lo hace particularmente difícil . Estaba consciente que tenía que hacer de la paciencia  un aliado, aprender a entenderla y eventualmente hacer las pases con ella. Necesitaba toda la fortaleza que pudiera reunir, pero no siempre venía desde mi propio interior, y cuando sentía que me faltaba la buscaba en la gente que me rodeaba y apoyaba.

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Alejandra con su hermosa familia.

Por supuesto que quería que todo desapareciera, pero había una certeza de que no sería así, y a veces sentía rabia, profunda rabia, una rabia roja y ardiente… sabía que la única forma en que podía vivir conmigo misma era luchando tan duro, que no cupiera duda alguna que no era mi culpa si no lograba volver a caminar. Afortunadamente mi amada terquedad salió a flote y mi lado rebelde ¡decidió dar la pelea! Por cada 50 ejercicios que me pedían hacer yo hacia 100 más en silencio y si la gente alrededor mío trataba de hacer las cosas fáciles para mi, como por ejemplo, cambiando mi cuarto del segundo al primer piso, yo literalmente subía las escaleras arrastrándome para declarar que ESE era todavía mi cuarto.

No sería verdad si te dijera que yo sabia que iba volver a caminar, no tenía idea, y a veces la desesperanza lograba entrar. Era importante tomar un día a la vez porque cada día era una lucha. Una lucha despertarse de un sueño en el que podía correr otra vez, una lucha el forzar la comida a través de mi garganta, una lucha el no gritar “¡no puedo!”, una lucha el no mirar al reloj en la pared que me observaba amenazante para enseñarme que tan lento podía pasar un segundo… era una lucha el no rendirse. Elegí pelear, pero dentro de esa pelea tenía que dejar espacio a todos esos sentimientos que exigían mi atención.

Tenía que mirar hacia adelante, rogando secretamente que cada esfuerzo—sin importar cuan pequeño—haría una diferencia algún día.

Miedo o tristeza no son “malos sentimientos”, son honestos y no deberían ser reprimidos o controlados. La elección mas importante que tuve que hacer era si iba a dejar que esos sentimientos me paralizaran. Decidí que no lo harían. Tenía que mirar hacia adelante, rogando secretamente que cada esfuerzo—sin importar cuan pequeño—haría una diferencia algún día, tenía que organizarme en metas a corto, mediano y largo plazo, entendiendo que el camino frente a mí no era una carrera corta, sino mas bien un maratón.

Electroterapia, terapia ocupacional, terapia psicológica, terapia acuática, terapia física, al principio nada cambió, era frustrante. Afortunadamente tenía el apoyo de mis amigos y mi familia. Adoptar el poder del humor me ayudó en mis momentos más oscuros: Escapar sin permiso del hospital en mi silla de ruedas para ver una exposición, disfrazarme con ropas chistosas y dibujar caras graciosas con mi comida eran algunas de las cosas que mantenían mi espíritu vivo. Ese apoyo, la risa y la necesidad de sentir que estaba dando mi 200% fueron factores claves en mi camino de recuperación.

Me tomó tres meses lograr mover solamente el dedo gordo de mi pie izquierdo. A pesar de que ese pequeño progreso podía ser el principio de un milagro, mis doctores y yo no teníamos ninguna certeza y fuimos muy cautos con nuestras expectativas. Tres meses más tarde comencé a ver más movimiento en mi pierna izquierda. Desde ese momento nos enfocamos en fortalecer esa pierna lo suficiente para soportar el peso de mi cuerpo. El tiempo siguió avanzando pero poco después ¡lo logré!, me pude volver a poner de pie por primera vez, podía sentir el pasto besando mis pies y mi fuerza interior y esperanza renovadas. ¡Que sentimiento más MARAVILLOSO! Como una segunda oportunidad de vivir, me sentí renacida. En el fondo sabía que la lucha no había terminado, pero tampoco los logros. (Continuará…)

—A. C. (@AlejandraCostaP)

Alejandra Paragliding
Alejandra haciendo parapente en Mexico hace solo unas semanas.

Canciones Que Ayudaron A Alejandra En Su Proceso De Recuperación

Libro Recomendado Por Alejandra

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